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11/09/2021

Feliz Día del Maestro

La FAA Entre Ríos saluda a todos los Maestros en su día. El recuerdo eterno para Blanquita Formia, maestra por décadas de todos los federados.

La Federación Agraria, en su día, saluda a todos los maestros que educan a nuestros chicos. A los docentes que trabajan en la ruralidad, llegando, muchos de ellos, a sus establecimientos haciendo dedo, transitando caminos que en tiempos de lluvia se vuelven pantanos. Viviendo de lunes a viernes, a veces semanas enteras, en una partecita de la escuela donde tiene una cocinita y una pieza. Jornadas que suelen estirarse cuando el tiempo es adverso y deben quedarse uno o dos fines de semana. Si bien es verdad que los tiempos han cambiado y que la movilidad es otra, muchos siguen viajando de un pueblo a otro, a una zona rural perdida en el medio del campo para darle clases a chicos que viven en la ruralidad con escasa o nula conectividad. Enseñar, educar es hacer patria, apostar a un país mejor. En el campo la currícula de alumnos ha bajado considerablemente. En Aldea San Juan (Gualeguaychú) concurren poco más de 30 alumnos, cuando cuatro décadas atrás el número superaba largamente el centenar. El maestro, sean 4 o 30 gurises, va igual a la escuela. Así tenga que calzarse las botas de goma, treparse a un tractor, atravesar un arroyo en los crudos y lluviosos inviernos.
En el recuerdo a Blanquita Formía, maestra por décadas de todos los federados, la Faa Entre Ríos saluda a todos los maestros en su día y recuerda a la docente (falleció el 10 de octubre del 2019 a los 94 años) con un artículo publicado por El Argentino de Gualeguaychú.

Blanca Formía retornó a sus clases en El Potrero luego de sesenta años. El diálogo con la tierra y el coloquio con la cultura del trabajo. La constatación de que la educación es la mejor cosecha. La necesidad de recordar juntos y también juntos soñar por un país para todos. La emoción que no entra en el cuerpo de una persona y se derrama en lágrimas de felicidad. El corazón galopando y la voz en un temblor.

Esas fueron las primeras sensaciones del regreso de la maestra de Federación Agraria Argentina, Blanca Formía, a su aula a cielo abierto que implicó El Potrero, esa colonia que fue clave en la conformación de la unidad de los agrarios.

Ayer, Día de la Tradición, la Escuela Esteban Piacenza fue el escenario ideal (este año cumplió una década al servicio de la educación rural) para recibir a la primera maestra de la Federación Agraria en la zona, Blanca Formía; quien llegó desde Rosario para encontrarse con sus ex alumnos, hoy ya abuelos.

Izar la bandera nacional en la Escuela que lleva por nombre Esteban Piacenza; encontrarse con el agradecimiento de sus primeros alumnos, volver a mirar aquellos trabajos surgidos en las clases de labores, plantar un árbol y recibir el afecto y el reconocimiento, fueron parte de las vivencias que quedaron depositadas en esta mujer de poco más de ocho décadas, de las cuales las últimas seis las vivió dedicada de lleno a la militancia agraria.

Blanca Formía ayer volvió a enseñar el sentido de la gratitud y la memoria. Fue en una clase magistral, a cielo abierto, donde el viento hacía cantar a los árboles. Rodeada de los actuales alumnos de “la Piacenza” y que generosamente las autoridades de ese establecimiento permitieron compartir con sus antiguos discípulos, aquellos que hicieron de este rincón del país su hogar.

La filial local de la Federación Agraria plantó así un hito clave en su camino a los cien años que cumplirá en agosto de 2012. Alfredo De Ángeli, director de Entre Ríos de la Federación Agraria lo resumió casi en un rezo: “No sólo hay que luchar para saber qué país le dejaremos a nuestros hijos, sino también para saber qué hijos le dejaremos a la Patria”.

Blanca Formía, junto con el presidente de la filial local, Atilio De Ángeli, izaron el pabellón nacional en una mañana dominada por el buen cielo y el mejor sentimiento.

A la formación de los alumnos de la Escuela Piacenza se sumaron los antiguos discípulos de Blanca, muchos con emoción contenida y otros con las lágrimas regando el surco de sus arrugas. La figura del cura Luis Jeannot Sueyro se presentó en el recuerdo de todos, porque hogar, escuela y templo, trabajo, educación y fe fueron su constante prédica.

Previamente, Blanca recibió el saludo de todos: docenas y docenas de manos que se alzaban para abrazarla, gente que se acercaba para darle el recuerdo de aquellos días, miles de anécdotas compartidas en una sonrisa y la memoria que se hacía presente marcando la propia vida. La señorita Blanca Formía no podía ayer avanzar rodeada por sus alumnos de entonces. A cada paso, un reconocimiento. A cada reconocimiento, un gracias. En cada gratitud el nombre de un alumno que era pronunciado de manera dulce por esta maestra de agricultores.

Es que ella comenzó ejerciendo como maestra en los tiempos donde ni el camino existía y las comunicaciones tenían la dependencia del boca a boca o la de compartir EL ARGENTINO en una rueda de mates o en la antesala de una asamblea agraria para pelear por derechos. Fue Blanca Formía la que llegó para capacitar a los agrarios de El Potrero que luego se hicieron federados, cuando la década del ´40 era incertidumbre y desafíos. “Llegué una vez casi como desconocida, pero nunca me sentí extranjera”, dijo Blanca a EL ARGENTINO en medio de esa algarabía que no la dejaba caminar sola. Esta maestra ayer volvió a sentir orgullo por sus alumnos de antaño.

El rector de la Escuela Piacenza, Luis Recalde, fue el anfitrión del encuentro y luego de recordar el significado de este vínculo, invitó a Blanca Formía a plantar un ceibo junto a sus ex alumnos y en ese acto se recordó –previo minuto de silencio- al hombre santo que fue el padrecito Luis Jeannot Sueyro, el Cura Gaucho, el que hacía llover y tenía una sonrisa eterna.

“Conocí al Padrecito siendo él muy joven, pero ya se mostraba muy laborioso y comprometido con la gente del campo”, soltó Blanca al referirse al cura Jeannot Sueyro. Los paisanos de El Potrero asintieron con la cabeza: sabían de qué y de quién le estaban hablando, porque ellos mismos fueron testigos de ese Evangelio.

“Gualeguaychú ha dado dos nombres significativos para la Federación Agraria: el Cura Gaucho y el doctor Pedro Ramón Bachini, ambos tienen un lugar preferencial en nuestra querida Federación”, recordó Blanca y los presentes también se acordaron de aquellos años donde había que ser valiente para defender a Esteban Piacenza de la injusticia de los gobiernos y del largo brazo de los poderosos. La vieja maestra agregó: “Gualeguaychú sigue dando hombres valiosos para el campo como los mellizos De Ángeli (por Alfredo y Atilio) y debemos estar agradecidos” y nuevamente el consentimiento se hizo aclamación.

En agosto de 2012 la Federación Agraria Argentina cumplirá su primer centenario en defensa “de los intereses morales y materiales de todos los agrarios (…) generando “una mayor cultura de la gente del agro en todas sus manifestaciones y niveles, inculcando a la juventud el amor a la Patria y al trabajo agrario”, tal como reza el artículo 5º del Estatuto redactado hace casi un siglo atrás.

El presidente de la filial Gualeguaychú de la FAA, Atilio De Ángeli, relató que “la presencia de Blanca es muy significativa, no sólo porque ella fue la primer maestra de manualidades de la Federación en instalarse en El Potrero, sino porque junto a EL ARGENTINO hemos podido reflexionar sobre la importancia de la cultura del trabajo y la educación como herramientas para el presente y el futuro de nuestros hijos”.

Actualmente Blanca Formía es la secretaria de Actas del Consejo Directivo Central de la Federación Agraria, es una permanente colaboradora de la publicación de esa entidad, “La Tierra”, y es reconocida por todos los federados como una mujer valiosa y ejemplo a seguir. “Es la memoria viviente de nuestra querida entidad”, la definió Alfredo De Ángeli.

Educar a los hijos de la tierra, enseñar el amor a la Patria, hacer sentir como propia la necesidad de unirse para luchar por los derechos, generar en cada gesto la gesta solidaria que engrandece al hombre, saber que la búsqueda se hace encuentro y que el encuentro no encierra una despedida, ha sido parte de la vida de esta maestra agraria y que ayer se negó a recibir agradecimientos: “Yo soy la agradecida. Yo soy quien da las gracias, porque siguen aquí siguiendo los pasos del Cura Gaucho y de Esteban Piacenza”.

Ayer fue un día de fiesta en el campo. La señorita maestra Blanca Formía volvió a tocar la campana llamando a clase y lo hizo como antaño: con la sonrisa del alma dibujada en su rostro y el rostro iluminado por la fuerza de los agrarios federados.

Fuente: Diario El Argentino de Gualeguaychú


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