Los Odiard, familia de arroceros
En San Salvador, Capital Nacional del Arroz, comenzaron a incursionar en el arroz a mediados de la década del setenta. La tradición familiar se mantiene hasta nuestros días y promete extenderse en el tiempo. Victor, integrante de la filial San Salvador de Faa, contó lo que significa producir el cereal. Los vaivenes de una economía regional de la cual depende San Salvador. El trabajo calificado y la mano de obra genuina que demanda la producción.
El federado de 43 años, contó que viene de una familia arrocera. “El año, 1976, fue el primero en que mi abuelo (Ignacio Braulio), mi padre (Alfredo Raúl) y un tío plantaron arroz en la zona de Jubileo, cerca de San Salvador”.
Años en los que se sembraban-continúa-, pocas hectáreas, entre 20 y 70, que “trabajaban productores de menor escala”.
Recordó que el primer año, con un pozo viejo, regaron “42 hectáreas con una bomba alimentada por gasoil”. Añadió que en aquellos años el cuidador de la arrocera vivía al lado del motor para controlar que todo marche bien, atento a cualquier falla mecánica que se produjera”.
Señaló que desde hace un tiempo “la mayor parte de los arroceros trabaja con energía eléctrica, aunque en determinados lugares donde no llega el tendido continúan laburando con gasoil.”
Cada vez menos
Con pesar mencionó que “ la cantidad de productores que trabajan en el arroz ha disminuido considerablemente, pese a que el área, la superficie que se dedica al cultivo se mantiene”. Agregó que son muy pocos los arroceros que “ maneja entre 400 y 2000 hectáreas en la provincia, fenómeno que tiempo atrás no sedaba. Acá- sigue- a la mayoría de los productores se los mide, en términos de producción, por la cantidad de pozos que tienen”. Detalló que un pozo, acorde a la capacidad del mismo, riega entre 60 y 90 hectáreas de promedio.
Destacó que la mayoría de los “campos implantados con arroz trabajan con pozos que tienen sus costos. Algunos se hacen en forma artesanal, en tanto que otros se construyen con gente especializada en el tema. Y para amortizar ese pozo se requiere de 10 temporadas de trabajo; ni hablar si se rompe uno cuando estás regando”, detalló.
El costo de la energía
Dijo que se “ha equiparado con el valor del gasoil porque no aumento el precio del combustible y se viene sosteniendo el valor de la electricidad”. Mencionó que en los “últimos años el costo de la energía eléctrica se llevaba parte de la ganancia, provocando que mucha gente dejara de sembrar, cuando normalmente abandonaban los que trabajaban con gasoil. Algo extraño porque hoy están volviendo, algunos productores, a trabajar con combustible, luego de largas luchas por la electrificación rural, y la instalación de líneas en la mayor cantidad de lugares posibles”. Destacó que “ver algunos campos con la bajada eléctrica y los pozos funcionando con gasoil provoca una sensación de atraso”.
En otro orden, señaló que campos en los que se dejó de “hacer arroz se transformaron en explotaciones ganaderas; en tanto que otros, los menos, fueron destinados a soja, maíz y trigo”.
Indicó que el productor chico que dejó de sembrar se “inclinó por la ganadería”.
San Salvador
Contó que la ciudad tiene en producción entre “16 y 17 molinos en diferentes escalas”. Algunos-detalla-, “han crecido, otros mantienen la misma estructura”. Sostuvo que ciudad y zona es muy “Arroz Dependiente y si la producción anda bien, la ciudad marcha y progresa, no teniendo demasiada incidencia otros cultivos y producciones ”.
“En San Salvador se hace todo el proceso del arroz teniendo la mayor concentración- secado y almacenado- del país. Se lo elabora, fracciona y se lo vende acorde al negocio y los pedidos que se reciban”. Explicó que la “mayoría sale elaborado y envasado, además de bolsas de 50 kilos. La mitad con destino a mercados externos, mientras que el resto se distribuye y comercializa fronteras adentro”. Aclaró que “hasta no hace demasiado tiempo el mayor porcentaje de la producción era destinado a exportación; sin embargo, en los últimos años aumentó el consumo en el país”.
La rentabilidad
Comentó que la “última campaña no fue mala, aumentó el precio y subió la demanda. Y aquel que tuvo un buen rinde quedó bien posicionado en relación a otros años. Hoy el arroz, dólar oficial, está valiendo más que la soja, fenómeno que llevaba varios años sin registrarse.”
Preparando la tierra
Contó que a esta altura del año se “trabaja duro en la preparación de la tierra, haciendo taipas, nivelando, pasando el rolo, emparejando el terreno, en definitiva dejando todo listo para la siembra a realizarse en la primera quincena de septiembre y durante todo el mes de octubre; mientras que la cosecha se realiza entre los meses de febrero y marzo en la zona de San Salvador”.
Señaló que un rinde “óptimo sería de 8000 kilos y si obtiene menos de ese número, la ganancia comienza a achicarse. Y si se baja de los 6.800 tenemos que hablar de pérdidas”. Acotó que la media provincial es de 7.500 kilos, quedando claro que estamos trabajando con márgenes muy exiguos”.
A diferencia de otros cultivos la trilla de arroz es lenta. Una máquina puede “levantar unas diez hectáreas por día; mientras que cosechadoras de menor porte trillan unas cinco hectáreas En un lote de 80 hectáreas se necesitan entre cuatro y cinco personas trabajando a full en plena campaña”, agregó.
Incertidumbre
La que reina en Odiard y en todos los productores agropecuarios con los fertilizantes debido a que “ no sabemos si los vamos a conseguir en la cantidad que necesitamos, ya que sin fertilizantes no podemos sembrar. Se presentan situaciones como de gente que ni siquiera de contado te vende como pasó en el trigo. Tenemos que asegurar la provisión antes de comenzar la siembra”, aseveró.
Corrientes
Dijo que con el tema de la pandemia y los permisos para circular se está haciendo difícil producir en una provincia que “tiene sus propias reglamentaciones en la cual hay que tener un permiso que hoy la página oficial de dicha no está otorgando”,
Los patos
Dijo que siempre hubo problemas con las aves, fundamentalmente cuando “ se inician las tareas para regar las arroceras”.