El 11 de marzo del 2008, el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau anunció «la resolución 125». A tres meses y un día de iniciada la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Un anuncio impositivo que marcó un antes y un después en el campo. El mismo elevaba la alícuota de retenciones al sector agropecuario. La decisión generó un conflicto en todo el país con epicentro en el famoso Kilómetro 53 de la Autopista Mesopotámica en Gualeguaychú, en túnel Subfluvial, en Chajarí, en Villaguay, en distintos puntos de la provincia y del país que se extendió durante 129 días y terminaría con el voto “No Positivo” del mendocino y vicepresidente de La Nación Julio “Cleto” Cobos que derogó la 125.
“La resolución 125/2008, firmada por CFK y el entonces jefe de Gabinete Alberto Fernández, solo puede entenderse en el contexto económico de la época: 2008 fue el cénit de los precios altos de los commodities, cuando la crisis de las hipotecas ya se había desatado en Estados Unidos, pero todavía no se había convertido en la recesión global que llegaría a fin de año. El precio de la tonelada de soja en Chicago, que había oscilado entre los 300 y los 400 dólares en años previos, superaba la barrera de los 500”, recuerda el sitio de noticias Infobae.
La fórmula transformaba el porcentaje retenido en móvil, en una relación inversa con el precio de los granos. Si el precio en Chicago caía por debajo de los 200 dólares la tonelada, la soja tendría retenciones cero. Pero con el valor en 400, ese porcentaje de impuestos pasaría al 35,75%. Y con un precio de 600, que parecía inevitable en esos meses, la tasa de retención llegaba a 49,33%. Es decir que el Gobierno se quedaría con la mitad del valor de lo producido, algo que los productores agropecuarios no estaban dispuestos a aceptar, además de la catarata de impuestos que ya estaban pagando.
El 12 de marzo de 2008 comenzó una huelga de comercialización de granos, anunciada por la Mesa de Enlace Agropecuaria que agrupaba a las cuatro principales entidades del campo (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, Federación Agraria Argentina y Coninagro). Luego vinieron los cortes de ruta, las movilizaciones, los cacerolazos en la ciudad de Buenos Aires, las contra-marchas K (con Luis D’Elía y Guillermo Moreno reconquistando la Plaza de Mayo) y negociaciones fallidas que solo lograron echar leña al fuego Las movilizaciones y los cortes de ruta en Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba eran inocultables. Comenzó un fuerte desabastecimiento en las grandes ciudades. Uno de los grandes errores fueron las frases desafortunadas, que calaron hondo en el agro. El 25 de marzo, Cristina condenó la protesta y se refirió a ellos como los «piquetes de la abundancia» y aseguró que no se iba a dejar «extorsionar». En Buenos Aires estallaron los «cacerolazos» en reacción al discurso y sectores afines al oficialismo, se manifestaron en la Plaza de Mayo para «evitar un golpe de Estado», como lo definió Luis D’Elía. La situación estaba cada vez más tirante. El Gobierno se negaba a modificar la medida y el sector agropecuario a abandonar los piquetes y bloqueos que se multiplicaban en todo el territorio nacional Con el correr de los días, la pelea fue el único tema a discutir en la Argentina y el PJ acusó al campo de «golpista». La dirigencia agropecuaria reaccionó ratificando el paro de granos y sumó la interrupción en el envío de ganado a Liniers. Se recuerdan también actos y marchas multitudinarias, sobresaliendo la de los 2 de Abril del 2008 en la intersección de las rutas 16 y 14 en el acceso a Gualeguaychú con miles de productores escuchando a los integrantes de la Mesa de Enlace. Al judicializarse el conflicto, comenzaron las detenciones. El 30 de mayo arrestaron a 8 ruralistas por los cortes en las rutas y el sábado 14 de junio, la Gendarmería hizo lo mismo con Alfredo de Angeli en Gualeguaychú, aunque solo duró unas horas preso en Concepción del Uruguay. El dirigente de Federación Agraria Entre Ríos fue uno de hombres más importantes del conflicto. Ese fin de semana los cacerolazos llegaron a la Quinta de Olivos y el expresidente Néstor Kirchner participó de una manifestación oficialista en Plaza de Mayo.
Sin salida, Julio Cobos, vicepresidente, recomendó al Gobierno la participación del Congreso en la búsqueda de una solución, algo que aceptó Cristina el 17 de junio, al anunciarlo por cadena nacional. En la Cámara de Diputados, la batalla la ganó el oficialismo que aprobó el proyecto de ley de retenciones 129 a 122. El final fue de película. El 17 de julio, tras un debate de 18 horas, Cobos tuvo que desempatar la votación. El mendocino rechazó el proyecto: «Mi voto no es positivo», dijo. Un día después, el gobierno derogó la resolución. Habían pasado cuatro meses. El quiebre fue para siempre. El Campo se hizo visible. Productores de distintas escalas, trabajadores del sector se concentraron en las rutas durante meses. Hubo momentos de alta tensión cuando el Sindicato de Camioneros llegó hasta Ceibas con la intención de confrontar con los chacareros que se encontraban en el “Sauce” a pocos kilómetros de Gualeguaychú que fue el punto de referencia de la protesta. La ciudad se movilizó también. El día que detuvieron a De Ángeli la presión de la ciudadanía fue muy alta y el dirigente, junto a otros más, estuvo pocas horas detenidos en Concepción del Uruguay. Hoy la lucha continua. La voracidad fiscal está al orden del día, y pese a la más impiadosa de las secas, las soluciones y políticas de estado que demanda el campo no llegan.